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Augusto Salazar Bondy (1925-1974): El educador y la tarea histórica
Hoy se conmemoran los 50 años de la muerte del filósofo y educador limeño, gestor de la famosa Reforma de la Educación Peruana de la década de 1970.
Era retraído, tranquilo; de gran calidad humana; “un hombre de larga paciencia”, como lo describió Leopoldo Chiappo. Aunque era joven, en señal de respeto sus discípulos lo llamaban “don Augusto”. En una máquina de escribir Triumph (“triunfo”, en inglés) Augusto Salazar Bondy (1925-1974) escribía la mayoría de sus artículos y libros. Sobre todo, exudaba un enorme amor por el Perú, igual que su hermano, el no menos famoso Sebastián, dramaturgo y crítico.
Fue hijo de un matrimonio norteño, que se avecindó en Lima, al costado de la iglesia de los Huérfanos, cerca de la casona de San Marcos.
Formado en Lima, México, París y Múnich, ganó dos veces, en 1952 y 1959, el Premio Nacional de Filosofía Alejandro Deustua. En 1953 escribió su tesis Ensayo sobre la distinción entre el ser irreal y el ser ideal, donde ya apostaba por la urgente necesidad de crear una filosofía peruana, que pudiera brindar respuestas a la problemática del país. Y en 1966 ganó el premio de Ensayo Manuel González Prada.
En París conoció a quien sería su esposa, la noruega Helen Orvig, fallecida el año pasado, quien compartía con Salazar Bondy la lucha por la igualdad de los peruanos de distintas culturas, y fue una respetada activista por los derechos humanos. El matrimonio tuvo 4 hijos.
Un adiós sorpresivo
La muerte del pensador fue sorpresiva. Salazar Bondy dejó de existir a las 4 de la mañana del 6 de febrero de 1974, en el hospital Central N. 2 (actual hospital Rebagliati), víctima de una complicación de un proceso hepático.
Ese día, las aulas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, su alma máter, recordaron sus conferencias magistrales y su actitud dialogante. Paradojas, en el mismo salón principal del Instituto Nacional de Cultura (INC) –actual local del Tribunal Constitucional–donde había disertado sobre su pensamiento filosófico, se velaron sus restos en medio de una gran cantidad de arreglos florales que demostraban el cariño por su trabajo.
Fue una personalidad tan importante que se le dieron los honores fúnebres de un ministro de Estado. O como resumió el canciller, el general Miguel Ángel de la Flor Valle, “la cultura y la Revolución están de duelo en el Perú; hemos perdido a uno de nuestros mejores hombres”.
Sus restos fueron depositados en el cementerio El Ángel, seguidos por multitudinario cortejo fúnebre donde se confundían intelectuales, autoridades, periodistas, familiares, alumnos y gente común, que seguramente le impactó su mirada sobre la educación.
383 artículos contenía la Ley General de Educación de 1972.
La palabra “dominación”
Su obra póstuma, publicada en Buenos Aires, en 1975, Bartolomé o de la dominación, está escrita a manera de diálogos de una obra de teatro. En ella se desarrollan los “diálogos indianos”, muchas veces tensos, entre personajes como “Don Diego”, “Bartolomé” y “Hatuey”. En esta obra, Salazar Bondy toca las posturas que existen en la sociedad sobre la dominación y la libertad entre las “razas” o pueblos.
Como señaló el psicólogo y filósofo Leopolgo Chiappo, el libro tiene una estructura dialéctica, que permite ver las diferencias entre las mentalidades conservadoras y revolucionarias.
Al filósofo Salazar Bondy le preocupaba crear vasos comunicantes entre los diversos pueblos que integran el Perú y una forma de ello, era problematizar el tema. Partía de datos históricos para buscar una respuesta para el futuro de nuestro país.
Filósofo creador
Supo tomar las herramientas de la filosofía para interpretar la historia de las ideas en el Perú y aportar sus especulaciones filosóficas a favor de la educación.
“El suyo fue un esfuerzo por vincular alternativamente la política al pensamiento filosófico a partir de su inicial vinculación con el movimiento social progresista”, apuntó el sociólogo Hugo Neira, quien recordaba que Salazar perteneció a una generación importante de intelectuales peruanos interesados en renovar la filosofía, donde también figuraban Luis Felipe Alazo, Carlos Cueto Fernandini y Walter Peñaloza, entre otros.
Cuando se cumplieron 25 años de su muerte, Francisco Miró Quesada Cantuarias recordó que Augusto Salazar Bondy fue un “auténtico creador”, reconocido a nivel latinoamericano.
Dependencia
Sus reflexiones sobre la dependencia fueron tópico de su obra. En su libro más conocido por los estudiantes de Letras, Entre Escila y Caribdis, planteaba, que: “Si queremos ser veraces con nosotros mismos” debemos “poner al descubierto el sistema de nuestra dependencia y nuestra dominación y proceder sobre la base de esta premisa real”.
Luego señalaba que la única forma de cancelar esta realidad solo se daría “por un movimiento de independencia, generador de una cultura integrada, unitaria, original, libre.”
Reforma educativa
A partir de estas reflexiones, y con el cargo de presidente del Consejo Superior de Educación, el filósofo participó en estructurar lo que sería la Reforma Educativa para ese Perú donde aún convivían una economía tradicional basada en la división de la tierra.
La iniciativa, que trabajó codo a codo con el ministro de Educación, general Alfredo Carpio Becerra, finalmente se convirtió en ley en marzo de 1972. Buscaba, para su correcta aplicación, decía el filósofo, se necesita de la participación de todos los peruanos.
La norma tuvo sus detractores, sobre todo desde el sector privado a través de algunos medios de comunicación contra esta “indispensable transformación social que ella promueve y asegura”, dijo.
Con temperamento autocrítico, no era partidario de aceptar cerradamente, sin estudiar ni analizar “todas las implicaciones de un proceso tan profundo como la Reforma, puede hacer de ella un mito, es decir, una forma de ilusionarse sobre la realidad”.
Explicaba que se debía de “estar en guardia” contra la “satanización, mitificación, trivialización y burocratización” de la reforma educativa. Y que solo la “actitud lúcida y alerta es la única garantía del éxito de la tarea histórica en que estamos empeñados los peruanos”. (Con información del Centro de Documentación de El Peruano)