El dilema de los árabes de Israel, entre la cabeza y el corazón

Crece el temor en Israel a una fractura de la sociedad israelí como sucedió en 2021 con la Operación Guardián de las Murallas

En la ciudad árabe israelí de Kafr Qassem viven veinticinco mil habitantes. A lo largo del sábado 7 de octubre, fecha de la masacre cometida por Hamás, algunos de ellos emitieron gritos de júbilo y disparos al aire como señal de identificación y alegría por el ataque de Hamás. Días después ya no se oía ninguna expresión de apoyo, e incluso el alcalde, Adel Badir, invitó a los supervivientes israelíes de los kibutz del sur, cuyas comunidades quedaron totalmente destruidas y de las que fueron evacuados, a alojarse en casas de familias de su ciudad. El liderazgo árabe-israelí, que representa un sector de la población de casi dos millones de personas (el 20% del total del país), se asustó al entender la magnitud del sadismo de Hamás, e intentó callar a todos aquellos que se solidarizaron con los miembros del brazo armado islamista que asesinó a casi 1.400 israelíes y secuestró a más de 212, incluyendo niños, mujeres y ancianos.

En mayo de 2021, en el marco de la operación militar «Guardián de las Murallas», ocurrió uno de los mayores puntos de inflexión en la historia de la convivencia interna entre árabes y judíos desde la fundación del Estado de Israel. Mientras el ejército desarrollaba en Gaza la operación, que duró once días, se desató un caos dentro de Israel, principalmente en las ciudades «mixtas» del país, es decir, donde hay grandes comunidades tanto de judíos como de árabes. En Lod, Ramla, Acre, y otros lugares, árabes-israelíes, envalentonados por el Hamás, entraron en sinagogas y tiendas de propietarios judíos y quemaron, destruyeron y mataron. La respuesta de la policía consistió en una dura represión, y en paralelo grupos judíos reaccionarios de extrema derecha realizaron linchamientos a árabes en distintas localidades, así como destrucción de tiendas de propiedad árabe. El resultado final de los acontecimientos fue de decenas de personas muertas.

La fractura entonces en la sociedad israelí fue enorme, y el temor es que ahora ocurra lo mismo o peor, ante los bombardeos israelíes contra Hamás en Gaza, y la posible invasión terrestre.

Lo último que quiere Israel, en una situación de riesgo como la que vive, es la ampliación de la guerra en Gaza a otros frentes: con Hizbulá en el Líbano; con las milicias pro-iraníes en Siria; en Cisjordania, donde Hamás tiene infraestructura militar; e inclusive con el Yemen, desde donde los hutíes lanzaron ya cinco misiles balísticos por orden de sus patrones iraníes, así como numerosos drones, habiendo sido interceptados por la marina norteamericana. Pero más allá de estos potenciales escenarios, hay otro que genera más pánico que ningún otro dentro de la sociedad judía israelí: el de los árabes-israelíes, o sea un frente interno o la aparición de una «quinta columna».

 

Ni bien ocurrió el ataque terrorista perpetrado por Hamás, los principales líderes políticos árabes-israelíes lo condenaron sin peros ni justificaciones.

Mansur Abbas, líder del Ra’am, primer partido político árabe-israelí en formar parte de una coalición de gobierno, declaró a las pocas horas de la masacre: «A la luz de los terribles, trágicos y condenables acontecimientos, hago un llamamiento a los ciudadanos árabes de Israel en particular, y al público en general, a que mantengan la moderación y se comporten de forma responsable y tolerante, y respeten la ley y el orden. Pido no dejarse arrastrar por rumores o incitaciones que busquen escalar la violencia».

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Familiares de desaparecidos en Ramla. Foto: Europa Press

Por su parte, Ayman Odeh, líder del partido árabe opositor Hadash (comunista), declaró con gran congoja desde la Knesset el domingo 8: «Mi corazón se desgarra al ver a las familias que perdieron lo más preciado de todo. Mi corazón está con ellas. Tengo amigos personales que fueron asesinados por Hamás y otros que perdieron a sus hijos. Me comuniqué con todos ellos y escuché su dolor. No hay nada en el mundo, ni siquiera la maldita ocupación, que justifique tal daño a inocentes«. Días después publicó en X (antiguo Twitter) una foto con un comandante de la policía israelí y escribió: «Desde el inicio de la guerra, hemos estado trabajando con la policía para prevenir la violencia en las ciudades mixtas de judíos y árabes».

Otras personalidades de la sociedad árabe-israelí, como el influenciador y creador de contenido en redes sociales Nas Daily, con más de 65 millones de seguidores en todo el mundo, también se expresaron de forma contundente: «Muchos de mis amigos se niegan, hasta el día de hoy, a decir la palabra ‘israelí’ y se llaman a sí mismos solo ‘palestinos’. Yo, desde pequeño, decidí mezclar las dos y llamarme a mí mismo ‘palestino-israelí’. Primero palestino, después israelí. Pero tras los acontecimientos recientes, comencé a pensar. Me di cuenta de que para un terrorista que invade Israel, todos los ciudadanos son objetivos, también los árabes. No quiero vivir bajo un gobierno palestino. Lo que significa que solo tengo un hogar, aunque yo no sea judío: Israel. Entonces, a partir de hoy, me considero un ‘israelí-palestino’. Primero israelí, después palestino. A veces hace falta una conmoción como esta para ver con tanta claridad».

No obstante, en las redes sociales muchos árabes-israelíes no oyeron las peticiones de los líderes políticos y expresaron felicidad y orgullo por el ataque de Hamás. La abogada Asla Abu Khadir publicó en X: «Esto es como un sueño hecho realidad», añadiendo un corazón verde (el color de Hamás), y una bandera palestina. La policía la detuvo por incitación a la violencia, y el Colegio de Abogados estudia quitarle su licencia. Una maestra de guardería árabe que trabaja en la localidad judía de Hod HaSharon, publicó un story en Instagram el día de la masacre donde decía: «No hay nada más bello que despertar con noticias de victorias de la resistencia palestina», causando pánico entre los padres que envían a sus hijos al centro donde trabaja. Es tanto el pánico entre la población judía, que todo tipo de teorías conspirativas abundan por las redes sociales, y un portavoz de la policía debió salir a pedir a la población no difundir este tipo de ideas, pidiendo en su lugar llamar a la policía a fin de que esta pueda investigar.

Árabes con temor a represalias

Muchos árabes han expresado a sus amigos israelíes de manera reservada una enorme vergüenza, tanto por las acciones bárbaras de Hamás, como por el apoyo masivo a estas por parte de árabes de Palestina y el mundo entero. No obstante, se niegan a hacerlas públicas, por temor a represalias.

Lo cierto es que durante la masacre del 7-O muchos árabes también fueron asesinados por Hamás. Más de 40 personas inocentes, en los distintos lugares de la masacre: tanto en las ciudades y aldeas israelíes, donde los asesinos de Hamás entraron a matar gente de manera indiscriminada, como a causa de los más de 6.000 cohetes lanzados desde Gaza por Hamás. También, en el marco de los enfrentamientos entre los terroristas palestinos y las fuerzas de defensa de Israel, donde voluntariamente muchos árabes sirven como combatientes.

El periodista árabe-israelí Furat Nassar, del canal 12, resumió a través un video: «Muchos me preguntan dónde se encuentra la sociedad árabe-israelí en medio de esta crisis. Les diré dónde están: como todo el país, están en los hospitales, médicos, enfermeras y paramédicos que tratan a los heridos y salvan vidas de judíos. En la policía y los bomberos, que trabajan sin parar las 24 horas del día. Son parte del esfuerzo en casi todas partes. Y como todos, los árabes-israelíes también han pagado el precio de esta tragedia».

El duro contraataque israelí contra Hamás y las imágenes de destrucción masiva en la franja de Gaza, así como la cantidad enorme de muertes de civiles entre la población gazatí con más de 4.000 hasta la fecha, presentan un nivel más de complejidad al cual se enfrentan los árabes israelíes en cuanto a su reacción.

Alaa e Inias, una pareja árabe-israelí de la ciudad de Tayibe, dueños de una tienda de bicicletas, decidieron regalar decenas de bicicletas a niños sobrevivientes de la masacre del sur de Israel, evacuados en un lugar cercano a donde ellos viven. Su historia se difundió y cientos de personas les llamaron y enviaron mensajes de agradecimiento por el gesto.

Al día siguiente, su tienda fue incendiada.

ELNACIONAL.CAT

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